jueves, 26 de agosto de 2010

'¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.

Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de que 'están pasados'.

No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.

Hay que darles su 'semana' o mesada de la que se quejan a diario porque 'eso no me alcanza'.

Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que te pone a temblar, pues lo menos que uno teme es que regresarán con un embarazo o que habrán fumado un pito de marihuana.

Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.

Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias, medias altas y altas urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿En qué estamos fallando?

Para los nacidos entre los cuarentas, cincuentas, sesentas, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a tomar el camión, el metro o caminar a la escuela; que tenían que ayudar a limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; o se ocupaban de su ropa desde los 10 años; algunos fueron repartidores de diarios; otros hacían mandados a la tienda, supermercado, panadería, etc. para ayudar a la madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado:

'¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'.

Usted, ¿por qué tiene lo que tiene?… Porque le costó esfuerzo… sacrificios, y así es como se aprende a valorar los esfuerzos de los padres y de ellos mismos; no debemos acostumbrar a nuestros hijos a recibir todo con el mensaje de que lo hacemos por obligación.

Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya habían ido a Disney World dos veces, cuando muchos de nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, Dvd, Equipo de sonido, Internet y comer en la cama, Recogerle el reguero que dejan por que siempre se les hace tarde para salir…) y luego pretendemos que esto fuera un hogar.

Y nos preguntamos: ¿por qué nuestros hijos,
-se aíslan?,
-no comparten?
-no toleran?
-no respetan?,
-cualquier cosa les parece mejor que sus padres o una actividad familiar?
-viven enojados e insatisfechos
-se deprimen con facilidad

¿Quién les suministro todo eso a nuestros hijos?……NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN.

Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida.

Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.

Los hijos (hombres y mujeres) deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles, crear en ellos una conciencia más amplia del orden y la prosperidad del hogar.

Toda la electrónica de la comunicación ha creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y nuestros hijos están confundidos dedicándole más tiempo a un aparato electrónico y la red que al contacto interpersonal

Estamos forzados a revisar los resultados, analizar si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos estado ausentes trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos quedó en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez mas deformante.

Encima queremos, por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales.

Todavía es tiempo de poner límites, a la edad que sea podemos seguir corrigiendo el rumbo, máxime si viven y dependen de nosotros; y después cuando ya estén casados, podrán ser mejores individuos, responsables de sí mismos. 

No tengamos miedo de que sufran, no les va a pasar nada porque dejemos de sobreprotegerlos. Dejemos que crezcan y maduremos nosotros como padres independientes y con un proyecto de vida propio.


Ojalá que este mensaje llegue también a los que tienen 'muchachos chiquitos', pues ya los abuelos pagaron la transición...


Nunca es tarde para cambiar y recuerden es mejor tarde que nunca, nuestros hijos algún día lo van a agradecer y lo más importante es que nunca, por enojados que estén o por mucho que les enojen nuestros límites, dejarán de saber que los queremos ni dejarán de querernos.





Por: César Mella, Psiquiatra (via e-mail copy & paste)

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