miércoles, 18 de noviembre de 2009

Los morrocoyes

Por alguna razón, quizás sea el almanaque que no perdona, pero hubo una temporada en mi casa en la que criaban morrocoyes, si leíste bien, morrocoyes en el patio, hay mucho espacio y habían morrocoyes, un par de gallos de pelea, un par de conejos que no podían ser pareja, y muchas hormigas…

En un fin de semana salimos cargados de todos los peroles necesarios para hacer una especie de camping en la playa: carpa, hamacas, chinchorros, colchonetas, bombona de gas, reverbero, ollas, y todos los condimentos secos imaginables para hacer sopa a la orilla de la playa (guacala). Todo hacía suponer una fabulosa acampada familiar, íbamos en el carro de mi abuelo toda la familia, excepto los morrocoyes.

Por otra parte, me entere en ese momento que durante esos días nuestra prima Nancy no iba con nosotros, estaba en plena pasantía y no podía perder tantos días! Se quedaría en casa, lo que implicaba que la diversión mermaba, pero con resignación arrancamos hacia Arapito…

Una vez instalados en el campamento, los adultos se preparaban para la cocción de la sopa que prácticamente era el motivo del viaje (¿acaso en casa no se podía hacer? Que yo recuerde ninguno se baño en la playa) a los minutos de iniciada la comida mi hermana tuvo una extraña reacción alérgica a la sopa y el resto de la tarde/noche fue una agonía… lejos de todo, nada hospitales, ningún médico cerca, en la mitad de la nada… solo esperar y aguantar las picadas de los zancudos y el amanecer. Ya no tenía sentido quedarnos allí con mi hermana intoxicada y yo alergiada con las picadas de plaga. El regreso a casa era inminente.

Mientras, durante esas 24 largas horas mi prima, que se quedo en casa tuvo sus rutinas cotidianas, asumo que estudiaría, dormiría, descansaría, saldría al trabajo y obvio, tenía que bañarse… pero en casa hay 2 baños, uno en el piso superior y otro en el de abajo cerca de las habitaciones… con lo que ella no contaba era con el temor de mi abuela que sus preciados morrocoyes fueran robados si se quedaban en el patio sin su supervisión (¿?) y mamaida (abuela) guardo cuidadosamente sus docenas (si docenas) de morrocoyes en el espacio de la ducha del baño de abajo… lo que nadie se imagino fue que Nancy se fuera a bañar justamente en esa ducha y sin dar muchas vueltas bajo y corrió la cortina y se encontró con casi 100 morrocoyes uno sobre otro apilados, hasta ese día nadie sabía de su extraña fobia hacia los "tortuga terrestre de patas rojas o tortuga morrocoy" (Geochelone carbonaria), esto según nos conto ella misma desato gritos de pánico y horror hasta tal punto que aun hoy en día hasta las tortugas le dan terror…

Así que la odisea de el campamento a la orilla de la playa termino con una intoxicada y una aterrorizada y bueno la típica alergiada por picadas de mosquitos!

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